Carta a la comunidad parroquial

Queridos feligreses:

Es la primera vez, en los 18 años llevo aquí, que me dirijo a vosotros de esta forma. Mi estilo es de sobra conocido: Directo y al grano, porque, cuando estudiaba geometría, aprendí que la línea recta es distancia más corta entre 2 puntos.

Esta carta o comunicado tiene un solo objetivo: Expresar y expresaros mi agradecimiento.

Agradecimiento al Sr. Arzobispo que en 1997 confió en mí y me nombró Profesor de Religión y Moral Católica en el IES Eusebio da Garda y Vicario Parroquial (sin eufemismos: Coadjutor) de la parroquia de Santa Lucía; agradecimiento, una vez más, al Sr. Arzobispo por nombrarme Administrador Parroquial (también sin eufemismos: Párroco) en febrero del año pasado; y sobre todo mi agradecimiento al Sr. Arzobispo por aceptar ahora mi renuncia a dicho cargo. Muchas gracias, querido y respetado, D. Julián, por todo, pero de un modo muy especial por esto último. Repito, muchas gracias, Sr. Arzobispo.

Agradecimiento a la Comunidad parroquial de Santa Lucía, tanto por su cariñosa acogida en 1997, como por su extraordinaria y generosa comprensión y ayuda en mí último nombramiento como Responsable de la Parroquia; agradecimiento a tantas personas, de la Parroquia y fuera de ella, creyentes y muchos no creyentes, que tanto ánimo y consuelo me habéis regalado a lo largo de estos años.

Agradecimiento a D. José por los años que pasé a su lado. Que Dios le bendiga y llene de paz en su dura y difícil situación.

Agradecimiento a D. Oscar por su valiosa colaboración durante este último curso.

Gracias, muchas gracias a todos los que un día sí y otro también, con generosidad y sacrifico, colaboráis más directamente en la pastoral parroquial. Gracias, por vuestra cercanía y apoyo; por vuestra oración y confianza, gracias por la corrección fraterna…

No puedo decir lo de Pablo a su amigo y compañero Timoteo: “He combatido bien mi combate…” (2 Timoteo, 4, 7), pero tengo la sensación y siento la satisfacción de no haber regateado trabajo, esfuerzo y sacrifico para cumplir la misión lo mejor que supe.

Perdón por mis fallos y errores, disculpen las limitaciones y quédense con lo positivo, que es lo que engrandece y llena de sentido la vida. Este es y espero que siga siendo mi sentimiento y mi compromiso.

Doy gracias a Dios por el bien y la felicidad que me ha regalado durante estos años, y lo mucho que me ha enriquecido la experiencia pastoral con vosotros.

Esto no es una despedida, seguiré colaborando, pero de otra forma, simplemente como sacerdote adscrito.

Que Dios nos bendiga con su abundante benignidad y misericordia.

        Jesús Barrientos Lema