TO. IV: Las Bienaventuranzas: inagotables

 

Quien se acerca una y otra vez a las bienaventuranzas de Jesús advierte que su contenido es inagotable. Siempre tienen resonancias nuevas. Siempre encontramos en ellas una luz diferente para el momento que estamos viviendo. Así «resuenan» hoy en mí las palabras de Jesús.

Felices los pobres de espíritu, los que saben vivir con poco. Tendrán menos problemas, estarán más atentos a los necesitados y vivirán con más libertad. El día en que lo entendamos, seremos más humanos.

Felices los mansos, los que vacían su corazón de violencia y agresividad. Son un regalo para este pueblo. Cuando todos lo hagamos, podremos convivir en verdadera paz.

Felices los que lloran al ver sufrir a otros. Son gente buena. Con ellos se puede construir un mundo más fraterno y solidario.

Felices los que tienen hambre y sed de justicia, los que no han perdido el deseo de ser más justos ni el afán de hacer una sociedad más justa. En ellos alienta lo mejor del espíritu humano.

Felices los misericordiosos, los que saben perdonar en lo hondo de su corazón. Sólo Dios conoce su lucha interior y su grandeza. Son ellos los que mejor nos pueden acercar hacia la reconciliación.

Felices los que mantienen su corazón limpio de odios, engaños e intereses ambiguos. Se puede confiar en ellos para construir el futuro.

Felices los que trabajan por la paz con paciencia y con fe. Sin desalentarse ante los obstáculos y dificultades, y buscando siempre el bien de todos. Los necesitamos para reconstruir la convivencia.

Felices los que son perseguidos por actuar con justicia, y responden con mansedumbre a las injurias y ofensas. Ellos nos ayudan a vencer el mal con el bien.

Felices los que son insultados, perseguidos y calumniados por seguir fielmente la trayectoria de Jesús. Su sufrimiento no se perderá inútilmente.

Deformaríamos sin embargo el sentido de estas bienaventuranzas si no añadiéramos algo que se subraya en cada una de ellas. Con bellas expresiones Jesús pone ante nuestros ojos a Dios como garante último de la dicha humana.

Quienes vivan inspirándose en este proyecto de vida, un día «serán consolados», «quedarán saciados de justicia», «alcanzarán misericordia», «verán a Dios» y disfrutarán eternamente en su Reino.