No equivocarse

Era tentado por el diablo.

Toda persona que no quiera vivir alienada, debe saber mantenerse lúcida y vigilante ante las posibles equivocaciones que puede cometer en la vida. Quizás una de las aportaciones más válidas de Jesús de Nazaret es la de poder ofrecer a quien le conoce y sigue, la posibilidad de ser cada día más humano. En Jesús podemos escuchar el grito de alerta ante las graves equivocaciones que acechan siempre a la persona.

La primera equivocación es la de considerar la satisfacción de las necesidades materiales como el objetivo último y absoluto. Pensar que la felicidad última del hombre se encuentra en la posesión y el disfrute de los bienes.

Según Jesús, esa satisfacción de las necesidades materiales, con ser muy importante, no es suficiente. El hombre se va haciendo humano cuando aprende a escuchar la Palabra del Padre que le llama a vivir como hermano. Entonces descubre que ser humano es compartir, y no poseer; dar, y no acaparar; crear vida, y no explotar al hermano.

La segunda equivocación es la de buscar el poder, el éxito y el triunfo personal, por encima de todo y a cualquier precio. Incluso siendo infiel a la propia misión y cayendo esclavo de las idolatrías más ridículas.

Según Jesús, el hombre acierta, no cuando busca su propio prestigio y poder, en la competencia y la rivalidad con los demás, sino cuando es capaz de vivir en el servicio generoso y desinteresado a los hermanos.

La tercera equivocación es la de tratar de resolver el problema último de la vida, sin riesgos, luchas ni esfuerzos, utilizando interesadamente a Dios de manera mágica y egoísta.

Según Jesús, entender así la religión es destruirla. La verdadera fe no conduce a la pasividad, la evasión de la realidad y el absentismo ante los problemas. Al contrario, quien ha entendido un poco lo que es ser fiel a un Dios, Padre de todos, se arriesga cada día más en el esfuerzo por lograr una sociedad de hombres más libres y más hermanos.