Qué nos puede aportar Jesús

« ¿Quién decís que soy yo?» No sé exactamente cómo podemos contestar a esta pregunta de Jesús los cristianos de hoy, pero, tal vez, podemos intuir un poco lo que puede ser para nosotros en estos momentos, si logramos encontrarnos con él con más hondura y verdad.

Jesús nos puede ayudar, antes que nada, a conocernos mejor. Su evangelio hace pensar y nos obliga a planteamos las preguntas más importantes y decisivas de la vida. Su manera de sentir y de vivir la existencia, su modo de reaccionar ante el sufrimiento humano, su confianza indestructible en un Dios amigo de la vida es lo mejor que ha dado la historia humana.

Jesús nos puede enseñar, sobre todo, un estilo nuevo de vida. Quien se acerca a él no se siente atraído por una nueva doctrina sino invitado a vivir de una manera diferente, más enraizada en la verdad y con un horizonte más grande, más digno y más esperanzado.

Jesús nos puede liberar también de formas poco sanas de vivir la religión: fanatismos ciegos, desviaciones legalistas, miedos egoístas. Puede, sobre todo, introducir en nuestras vidas algo tan importante como la alegría de vivir, la mirada compasiva hacia las personas, la creatividad de quien vive amando.

Jesús nos puede redimir de imágenes enfermas de Dios que vamos arrastrando sin medir los efectos dañosos que tienen en nosotros. Nos puede enseñar a vivirle a Dios como una presencia cercana y amistosa, fuente inagotable de vida y ternura. Dejarse conducir por Jesús es encontrarse con un Dios diferente, más grande y más humano que todas nuestras teorías.

Eso sí. Para encontrarse con Jesús a un nivel un poco auténtico, hemos de atrevemos a salir de la inercia y del inmovilismo, recuperar la libertad interior, estar dispuestos a «nacer de nuevo» dejando atrás la observancia tranquila y aburrida de una religión.

Sé que Jesús puede ser el sanador y liberador de no pocas personas que viven atrapadas por la indiferencia, distraídas por la vida moderna, paralizadas por una religión rutinaria o seducidas por el bienestar material, pero sin camino, sin verdad y sin vida.