Solemnidad de San José

En Adviento celebramos la Inmaculada Concepción. No es un paréntesis ni un despiste de la liturgia, sino un modelo,
un testigo, y un ejemplo a imitar en la espera del Mesías. En María vemos realizado lo que para nosotros tiene que ser el Adviento.

En la Cuaresma celebramos la Solemnidad de San José. Esta fiesta tampoco es otro paréntesis, una manera de suavizar la cuaresmal, ni una especie de oasis en el camino cuaresmal hacia la Pascua.

Así como María es un modelo de cómo vivir el Adviento, también San José es un modelo de cómo tiene que ser nuestra conversión cristiana y cuaresmal.

Como San José siempre tenemos que volvernos a Dios para escucharle y conocer su voluntad y sobre todo realizarla en el acontecer de la  vida de cada día, aunque muchas veces no sea fácil.

Como San José tenemos que volvernos a los demás para respetarles y amarles, y para ser generosos con el perdón y la comprensión, y respeto al misterio del otro.

Como San José siempre tenemos que volvernos hacia nosotros mismos para ver los talentos, carismas y las gracias que Dios nos ha confiado y ponerlos al servicio de los demás, del Reino de Dios y de la Iglesia.

La fiesta de San José no nos despista, no nos relaja; la fiesta de San José nos centra en el espíritu cuaresmal. La figura de San José concreta nuestras exigencias cuaresmales y centra nuestra vocación cristiana.

La vida de San José es la vida de cualquier cristiano, que no la tenga fácil, porque para San José la fidelidad a la vocación no fue nada fácil. No fue fácil: Aceptar los misterios de Dios y sus designios; desplazarse a Belén para empadronarse; emigrar a Egipto para proteger al niño Jesús; retornar a Nazaret para empezar todo de nuevo.

La vida de San José es camino, trabajo, familia como mucha gente de hoy y como muchos de nosotros. San José hizo el camino, realizó el trabajo y vivió su vida familiar con mucha fe y mucho amor en su corazón; con muchas dificultades, con muchas preguntas y con muchas dudas, pero también con mucha confianza en Dios, con mucha fe.

Hoy San José nos invita a la fidelidad, que se traduce en responsabilidad y compromiso con la vida, dejándonos guiar por Dios siempre.

Hoy San José es un modelo de ser santo y por tanto de seguir a Jesús y acompañarle. San José es patrono de todos los esposos, de todos los padres, de todos los que se sienten llamados por Dios a ser cada día más buenos y santos, por eso San José es patrono de todos.

Imitemos a San José comprometiéndonos a ser responsables con nuestra vocación o estado de vida. Que sigamos como él el camino de Jesús con fidelidad a su evangelio.

Encomendemos a San José nuestro Seminario, sus seminaristas y formadores, y pidámosle que cada día todos sintamos como propio y de familia el problema de las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.