¿Sólo consumo?

El consumismo penetra en nosotros de forma sutil. Nadie elige esta manera de vivir después de un proceso de reflexión. Nos vamos sumergiendo en ella, víctimas de una seducción semiinconsciente. El ingenio de la publicidad y el atractivo de las modas van captando suavemente nuestra voluntad. Al final, nos parece imposible vivir de otra manera.

No hay que pensar mucho para saber cómo actuar. El proyecto de vida para la mayoría es muy sencillo: Trabajar para ganar dinero con el cual poder disfrutar de unos periodos de tiempo (fin de semana, vacaciones) en los que se gasta el dinero anteriormente ganado y se recuperan las fuerzas para volver al trabajo.

Se ha dicho que el consumismo se ha convertido en la «nueva religión» del hombre moderno. La meta absoluta consiste en poseer y disfrutar (doctrina dogmática). Para ello es necesario trabajar y ganar dinero (ética y méritos). Los practicantes acuden fielmente a su compra semanal (precepto de fin de semana). Se viven con devoción intensa las grandes fiestas (Navidad, Reyes, vacaciones, bodas, día del padre, de la madre…).

No es fácil liberarse de la esclavitud del consumismo. Como decía E. Fromm, «el hombre puede ser un esclavo sin cadenas». El consumismo no ha hecho sino desplazar las cadenas del exterior al interior. Por dentro estamos encadenados a un sin fin de necesidades, caprichos y falsas ilusiones. Estas cadenas interiores son más fuertes que las que se ven por fuera. ¿Cómo liberamos de esa esclavitud si vivimos creyendo ser libres?

Nuestra vida es insensata. La obesidad y la anorexia que se dan en no pocas personas son una imagen gráfica del aletargamiento y la pérdida de vitalidad de muchos espíritus. Tenemos de todo y carecemos de paz y alegría interior. Queremos vivir triunfando pero somos cómplices de la mise- ría y el hambre de muchos.

Inmersos en la sociedad del bienestar nos preocupamos de seleccionar el restaurante donde iremos a comer, la calidad del vino que vamos a tomar o la marca de nuestro atuendo. Jesús tenía su visión de las cosas. Es importante pensar en «lo que vais a comer», «lo que vais a beber» o «con qué os vais a vestir». Pero, «sobre todo, buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura».