Trabajar por la paz

Dando gloria y alabanza a Dios.

Hoy se celebra en el mundo entero el día de la Paz. En medio de una humanidad envuelta en tantas guerras y conflictos, la Iglesia desea comenzar el nuevo año elevando hasta Dios una oración por la paz.

Pero, ¿qué puede significar hoy una oración por la paz en este mundo desgarrado por tanta violencia? ¿Un entretenimiento religioso para aquellos que no saben o no se atreven a hacer nada más eficaz por lograrla? ¿Un tranquilizante cómodo que nos consuela de nuestra pasividad e inhibición.

Antes que nada, conviene recordar que nuestra oración no es para informar a Dios de la falta de paz que hay entre nosotros. No es Dios el que necesita «enterarse» de la ausencia de paz en el mundo, sino nosotros los que necesitamos descubrir los obstáculos que cada uno ponemos a la justicia y a la paz.

No es Dios quien tiene que «reaccionar», cambiar de manera de actuar y «hacer algo» para que se cumplan nuestros deseos de paz. Somos nosotros los que tenemos que cambiar para ajustar nuestras actuaciones y nuestra vida a los deseos de paz de Dios para la humanidad.

Si la oración es encuentro sincero con Dios, no lleva a la evasión y la cobardía. Al contrario, fortalece nuestra voluntad, estimula nuestra debilidad y robustece nuestro ánimo para buscar la paz y trabajar por ella incansablemente.

Quien pide la paz ardientemente, se hace más capaz para acogerla en su corazón. Más aún. Quien ora así a Dios, está haciendo ya la paz en su interior. No podrá «orar contra nadie» si no es contra su propio pecado, su ceguera, su egoísmo e intolerancia, sus reacciones de odio y venganza.

La verdadera oración convierte. Nos hace más capaces de perdón y reconciliación, más sensibles frente a cualquier injusticia, abuso y mentira. Más libres frente a cualquier manipulación.

No se puede trabajar por la paz de cualquier manera, pues introduciremos inconscientemente nuevos géneros de violencia y conflictividad entre nosotros. Con el corazón lleno de odio, condena, intolerancia y dogmatismo, se pueden hacer muchas cosas. Todo menos aportar verdadera paz a la convivencia entre los hombres. ¿No necesitaremos todos detenernos más a hacer paz en nuestro corazón? ¿No estará el mundo necesitado de más oración por la paz?