XI T. O. La comunidad de la Iglesia

 

En este domingo podríamos reflexionar y hacer un análisis sobre qué es la comunidad cristiana, cuáles son los problemas y los carismas de la Iglesia, en qué consiste el riesgo, y la responsabilidad del ministerio apostólico, que incumbe a todos los bautizados.

Es verdad que la Iglesia gira en torno al ministerio de los Doce Apóstoles, escogidos por Jesús. Ellos deben anunciar el Reino de Dios y vivir liberados del egoísmo, pues deben dar gratis lo que han recibido gratis.

¿Qué significa ser apóstol y participar en el envío misionero que hace el Señor? Según el vocabulario semítico son: enviados, ministros plenipotenciarios, personas de fiar; según las imágenes evangélicas son: pastores, pescadores de hombres, viñadores, sembradores.

Todos somos llamados, invitados y enviados a la gran misión de la Iglesia, a dar a conocer Reino de Dios, a predicar el Evangelio de Cristo, a ser testigos del amor misericordioso de Dios, que nos ha amado con misericordia infinita. En la base de toda vocación cristiana está la muerte redentora de Cristo, causa de nuestra justificación y revelación plena del amor de Dios. El apóstol está rodeado y sostenido por este amor divino, para afrontar con paz su misión y mantener siempre una esperanza nueva. Los que se sienten reconciliados con Dios pueden ser verdaderamente embajadores de la gran reconciliación universal, que no está solamente ligada al culto, sino a toda la existencia humana.

El pecado y el mal del mundo deben ser el objeto primero del empeño salvífico del apóstol. El apóstol debe sentirse y confesarse también pecador, pues como afirmaba San Pedro Crisólogo: «Sentaos en la mesa de los pecadores y Cristo se sentará a tu mesa. Reconócete pecador y Cristo comerá contigo».